Que dífícil es trabajar
Este título sobre el trabajo es algo con lo que he jugado por un tiempo ya. Primero pensé en las mujeres. Una red, me dije, haré una red laboral para que mis amigotas, abuelas, tías y hermanas puedan trabajar bajo una filosofía de negocios menos característica de la hegemonía masculina que aún nos gobierna a todos, hombres y mujeres. Pues, todos, esclavos de una construcción social castrante y excluyente que en lugar de evolucionar se complejiza, no saldremos de este asma cultural que no nos deja correr en paz. Pero ese proyecto no me dejaba levantarme de la cama, salvar el mundo era horrible, cada mañana, horrible, horrible, no me quería levantar y lo aborté. Ninguna de mis amigas quiere ser salvada. Nadie tiene tiempo para feministidades fastidiosas, en realidad, mis adoradas comadres todas quieren pasar el rato con sus hijos y su marido, o con su novio y su mamá, o con su nieta y su sobrina, o en su negocio, o con la vecina, pero definitivamente nadie quiere que ninguna red de nada le venga a robar su tiempo así nomás. Sin embargo, el título, esto de "qué difícil es trabajar" no me abandona a mí. Yo inicialmente me refería a que si tienes que cocinar y cambiar pañales y cosechar, se te va a complicar bastante esto de ganarte el dinero sin tanto lío y ganar decentemente, y jamás saldrás de esas desesperanzadoras estadísticas de sueldos aún muy desiguales para las mujeres en el primer mundo o de la incidencia de ser mujer en la pobreza del resto de los mortales que no trabajan en una torre gemela. Pero bueno, al grano. me quedé con el título, pues, y hoy me parece más que prudente para servir de introducción a un artículo que hubo que escribir, porque es que "¡Qué difícil es trabajar, carajo!"
Aquí va:
