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¿Sabes lo que es la poesía?

Publicado: 2011-11-06

No es lo mismo Perdidos en Tokio que Perdidos en la traducción, ¿verdad? Esa es una decisión que hubo que tomar por no existir una frase idiomática equivalente, pero que mucho tiene que ver con el contenido global de la película. Así son estas decisiones. Hay un chiste muy cruel para los traductores, en el que  primero se pregunta: ¿Sabes lo que es la poesía? Y la respuesta es: “Lo que se pierde en la traducción”. Y bien puede ser así, pero quizás si se enfrenta un texto con una actitud abierta, si consideramos, por ejemplo, cada frase de un texto literario como una estructura individual que requiere un tratamiento individual, podemos quizás encontrar un ritmo que se aproxime al original. ¿Qué quiero decir con esto? Que puede suceder que en una frase lo indicado haya asido una adaptación cultural y en la siguiente lo mejor sea una traducción literal. Un solo sistema de reglas de traducción es insuficiente en la literatura.

Gregory Rabassa, traductor de Cien años de soledadRayuela, amigo íntimo de Cortázar, dijo algo mágico para mí. Dijo literalmente que la traducción es imposible, pues no hay cómo transformar una cría de patos en pollos, y que lo mejor que se puede hacer es “acercarse uno a algo” y yo pienso "...a un lago" si es que estuviéramos traducindo poesía. ¿Cómo habrá sido traducirRayuela? Imagino meses de inmersión social con Cortázar para poder hacerlo, de intercambios de ideas, de afecto. Rabassa es poeta, por eso pudo, con sus letras amadas y su música y sus viajes y aventuras, así tradujo Rayuela,Hopscotch, como la llamó él, con todo eso y con la amistad, claro está, así  ganó el National Book Award por un libro que no concibió. Sobre su traducción de Cien años de soledad, dijo que lo que pasa es que el inglés está oculto detrás del español y que para que una traducción sea buena, sólo hay que encontrar esa lengua oculta y que al traducir solo buscó hacer sonar las palabras como si García Márquez hubiera nacido hablando inglés.

En la traducción es necesaria la “reverbalización”, que es una  trilogía entre comprensión-desverbalización y reverbalización, o sea, leer y entender y volver a escribir. Nada más. Algo así como digerir y luego reescribir, para así poder recuperar la mayor cantidad de vueltas y peripecias características del texto literario, tan subjetivo, simbólico y connotativo.

De forma general, cuando se alude a la traducción se hace referencia a un conjunto de procesos cognitivos  complejos, o a un acto comunicativo también complejo. En la traducción el número de factores que intervienen es mayor que en otro tipo de situación comunicacional. Cuando se traduce se entra en una dinámica sociocultural y por consiguiente existe una interdependencia entre diferentes dimensiones. En el proceso cognitivo e interpretativo del traductor es fundamental reconocer que el intercambio se realiza entre dos textos y no entre dos lenguas, la cosa no es que el traductor trasladará a otro idioma el trabajo del autor, sino que escribirá otro texto que el autor tendrá que reconocer como suyo, aunque haya sido escrito por el traductor.

Por fuerza, una relación así es más sencilla si escritor y traductor trabajan juntos en la creación de un segundo texto que será conocido bajo dos identidades para el nuevo grupo de lectores, o sea, los hablantes de la lengua en la que ahora existe el texto.

Dicen Seleskovitch y Lederer (1984: 19): Nunca hablamos sin propósito, sin intención de comunicar. Del mismo modo, no podemos escuchar o leer sin comprender algo, es decir, sin interpretar. El traductor, en su carácter de lector que busca comprender o en su carácter de escritor que procura hacer comprender el querer decir inicial, bien sabe que él no traduce una lengua en otra sino que comprende un discurso y lo transmite a su vez, expresándolo de forma tal que sea comprendido. He aquí la belleza y el interés de la traducción: situarse siempre en el punto de encuentro en el que el querer decir del escritor se reúne con el querer comprender del lector.

Obviamente para precisar la intención de comunicar de un autor nadie puede ayudarnos más que el autor mismo; después, sólo el tiempo, la experiencia y un poco el talento pueden ayudarnos a recrear exitosamente las sutilezas y particularidades expresivas de una lengua en otra y así crear esos textos hermanos, que bajo el mismo nombre, sirven de embajadores de los textos originales.

Referencias:

Seleskovitch, D. y Lederer, M. (1984). Interpréter pour traduire. París: Didier


Escrito por

Rebeca Blackwell

Socióloga y cuentista, estudiosa de las modas ideológicas, las justificaciones de la injusticia y las caracterizaciones culturales del amor.


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