El silencio de los inocentes
No es que yo sea inocente, pero no voto aqui, voto en Venezuela, y en Canadá, mi otra tierra, hace tiempo que no voto, así que en honor a la verdad que no me pertenence, no directamente, he callado con angustia todos estos días y así continuaré hasta poder entender con más claridad los pormenores de la historia social peruana, además por el respeto que merece un pueblo que está bastante mejor que el mío propio. Y sigo en silencio, sigo, pero con estupor y cierto temblor, pues hay momentos en el que el malo conocido de verdad NO resulta evidentemente mejor que el bueno por conocer. Y qué suerte la peruana de reinventarse a si misma, pues reinventar la suerte es lo que hace falta aquí. Desde esta esquina de opinión humilde y ajena creo que en esta coyuntura lo bueno por conocer quizás sea interesante atenderlo, replatearlo, reformularlo y atreverse, más que volver a lo malo conocido, porque bien malo y bien conocido.